viernes, 17 de septiembre de 2010

Silencios de Complicidad

A la memoria de Diego Bonetti

Quizás haya sido la cotidianidad quién nos dormía en la delicia del encuentro seguro, ese ritual de verlo en su rinconcito de barítono provocando la graciosa desmesura a su lánguida silueta, esa desproporción que, entre espacio -cuerpo lo ubicaba tierno y pueril, también le (nos) proponía una mirada atenta y especulativa frente a un compromiso de buen partener/amigo. Quién aquí no se ha bañado en su gracia, jugueteando con sus cámaras que inmortalizaron muchos de nuestros momentos, a quién no le untó los ojos de un paisaje vistoso y provocativo, si dueño de su propio paraíso nos regalaba esa sonrisa de blancas cascadas, proyectándonos en su voz pura de alma buena, más pura en cuanto decir, en cuanto a pensares, la liviandad que en su ser afloraba; la mueca de su infalible arlequín, su estreches al cielo y su sonoridad placenteramente compartida. Y aquí abajo nosotros y su memoria, meditando que en lo irremplazable de cada ser duerme como un ángel la irremediable partida, esa impensable ausencia que no concebimos, que no toleramos, que no sostiene ningún pensamiento, termina por desabotonarnos la vida en apremios, en reconfigurarnos la existencia y vivir con un vacío corpóreo pleno de vida en recuerdos. Quizás, permitámonos pensar, haya sido esa cotidianidad que nos dormía la que hoy nos mantiene en vigilia, unidos y fuertes, frente a la delicia de ese encuentro seguro, encuentros que a retazos fagocito vernos aquí los rostros, con ese anfitrión más presente que nunca y por sobre todo, con esa silenciosa complicidad que mantenemos con nuestro querido y entrañable amigo del alma…


Ensamble Coral Universitario

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